miércoles, 6 de junio de 2012

Sonrisas de labios rojos

Cada día pasa por el cafetín conversaciones vanas y otras indescifrables, personas que extrañamente pueden llegar a llamar la atención por ese aura de calidez que trasmiten y otras que vienen con cara de hoy nada más levantarme me he tropezado, me he duchado y se ha acabado el agua caliente, sin contar que nada más abrirse el ascensor el niño de la vecina me ha dado una patada en toda la pierna y al salir noté como si lloviera pero gotitas calientes y viscosas-j%d€r p#t& pájaro-.

En pocas palabras, desde un americano con hielo y un chorrito de limón pasando por una buena pinta justo después de comer hasta un té rojo. Sí, algo tan simple y encantador como un té rojo que por un momento hace que pases de prostituir tu sonrisa de cuando en vez a cambio de un buen servicio y seguir con el trabajo, a mantener con la que amaneces -eso es algo que difícilmente suele irse aunque sea por no llorar- o, mucho mejor, aumentarla por la llegada de alguien que "simple y encantadoramente" -no tengo más palabras para describirlo- entra, se sienta, intercambias un par de palabras tímidas y más bien algo meditadas junto a alguna que otra sonrisa suya por comentarios nerviosamente chistosos mientras explicas, a los típicos que sueltan frases por el estilo "gracias las que tú tienes", por duodécima vez en la tarde de dónde eres junto con un análisis económico, político y turístico de los lugares que te han ido marcando, sobre todo, Colombia, algo que por duodécima vez contestan que no se lo esperaban.

Hubo un rato en el que cada conversación estaba en su propio mundo, como suele pasar una vez servido, y son momentos en los que aprovechas para darle buen uso a tu hiperactividad, en el que además de limpiar, como si de un "sentido arácnido" se tratase, me reía al imaginar que por cosas de la tontería mental llevaba o su empanamiento con la atrayente y "poco oxidada" campana que había dirección barra cerca del baileys, miraba fijamente... así que después de una cuenta atrás que mentalmente debían de ser milésimas de segundo con un "será?" entre los labios... zás, en efecto! Ahí estaba, mirando... y, cómo no, de los nervios se me cayeron los platos al fregadero -"si es que más patosa no se puede ser"- aunque por lo menos menos las pequeñas marcas rodeando sus ojos y sus labios mostraron una leve sonrisa que se mezclaba con un levantamiento de ceja derecha que, honestamente, creo que se burlaba en toda regla.

Al menos fueron 30 céntimos más para el bote de las propinas después de todo el espectáculo, mwahaha!


martes, 5 de junio de 2012

Antesala de espera


Pensar que hace sólo unos días se me agalopaban las maletas en una habitación en desuso y sin luz por pereza, y el polen me succionaba los estornudos mientras todo da vueltas y se está maquinando un guateque de percusión en mi cabeza... y es que no hay más resultado cuando unes la necesidad de desconexión y las noches que surgen de improviso sin sorprendernos desprevenidas.

Ya las maletas están pero en otra habitación, en otra ciudad y ayer fue el primer día en El cafetín de cinco esquinas donde estaré una temporadilla pero, como todas las primeras veces, los nervios te hacen temblar hasta el más mínimo café aun teniendo idea de esas medias jornadas de los últimos meses.


Con los nuevos comienzos viene esa esperanza de que esta nueva época sea mejor que las anteriores pero hoy no pienso en más sino en todos y cada unos de los camaradas que han pasado de nuevos comienzos a ser día a día u horas de compañía que unen la distancia y los meses en concentrados de novedades, risas, confesiones y alguna que otra lágrima empapada en la nostalgia de batallitas pasadas sólo superadas por las que vienen... y te preguntas por cómo pasa el tiempo para todos, cómo se van encauzando caminos con las charlas de futuro de cuando apenas sabías qué hacer con tu existencia y que no has perdido el sentimiento mutuo de proteger al otro de sí mismo.

Siempre he pensado en la amistad como una especie de equilibrio entre las personas cuya diferencia suple la indiferencia protegiéndose de sí mismos y ayer en después de trabajar, pasó algo que me hizo darme cuenta precisamente de eso en un "protégele" no dicho.

Pero bueno... hoy es otro día, otro nuevo comienzo y esperemos que esta vez los nervios hagan que mi pulso no me traicione. "Well... I've been nervous this month I started working and I guess I'm still", dijo ayer -algo parecido- una de mis compañeras cuando le dije con la mirada que estaba un pelín nerviosa... esperemos que no sea mi caso porque el nerviosismo sólo consigue que la hiperactividad me domine hasta las palabras y las piernas.