miércoles, 19 de septiembre de 2012

Los artistas del queso y del embutido

Probablemente esta sea mi primera entrada en riguroso directo -si es que así se le puede llamar a esto-  desde el cafetín de luces tenues y sombras sedientas como compañía. Los últimos clientes de la noche se han  ido dejando su recuerdo como los "los artistas del queso y del embutido" a la espalda y, de nuevo, la compañía del proyector con Vincent y un Ring of Fire casi acabado dando comienzo a un Prove It All Night sin aparente compañía en este momento, que probablemente cambiará en cuanto cerremos la última puerta y me vaya para el puerto Standing At a Big Hotel con una cama tibia por la ausencia de la nada pero durmiente, probablemente, esperándome con ese mugido infantil de cuando se está durmiendo y a medio despertar inconscientemente consciente que alguien -no cualquiera- está cerca.

Pero hoy no voy a hablar de "..." creo que el efecto retardado de mis sentimientos necesita esperar a un probablemente breve "hasta que volvamos a vernos, si es que nos vemos" para empezar a despertar de la delicia de los momentos mientras pasan así que voy con Los artistas del queso y del embutido.

Cómo podría empezar este tipo de historia si no es con un érase un lugar en la frontera francesa española, más francesa que española, casi tocando tierras catalanas que estaba formado por pequeños pueblitos que un día a la semana celebraban lo que podríamos decir, el mercado del pueblo.

Acudían a este pequeños comerciantes que recorrían día a día los mismos pueblos y podrían dividirse en los de toda la vida, los que venderían el alma por dinero o los que alquilan a tiempo parcial sus sueños por no poder vivir del arte.

Los artistas del queso y del embutido pertenecen a este grupo, Él escritor de poesía y novela y Ella "creadora de collages" (se me olvidó preguntarles el nombre). pero con esas arrugas en la mirada y en las comisuras de los que han vivido riendo y llorando...

Y lo dejo en continuará, me temo que tengo que empezar a ir cerrando el garito.



martes, 18 de septiembre de 2012

Fauna humana: Arpías con lengua ponzoñosa

Saturno devorando a su hijo
Goya
¡Pasen y vean! Las mentiras, la comidilla de las arpías con lengua ponzoñosa…


Cuenta la leyenda que desde la época de los antiguos, se concentraba un singular pero generalizado estilo de especie que arremetía contra su propia estirpe.


Otra teoría, trata sobre la existencia de una enfermedad que lo causa, una que va arremetiendo contra su persona desde su adolescencia -en los peores casos desde la infancia- y conforme pasan los años, va atacando su sistema inventivo trastornando no sólo sus pensamientos sino otros aparatos como el digestivo-vocal, que empieza por uno o dos vómitos fortuitos de palabras trocándolo, finalmente, en un caso grave de bulimia falsaria con trastornos de la realidad.

En un principio, sólo es esporádico y producto de un ímpetu por llamar la atención, hacerse los sacrificados o un recurso inhumano para evadirse del estrés… pero año tras año ese virus innato en su organismo, inherente en su comportamiento, va acrecentando su campo de acción y más si la vida de este género se va forjando en un cúmulo de frustraciones difíciles de sobrellevar.


Cuando todo esto acaece, la tentación de escapar de la propia miseria, a costa de los más cercanos a ti, va mudando en la manzana de la tentación o en el caramelo cautivador que tienen a punto de llevarse a la boca conformado con un dulce sabor de inexcusable soberbia y execración, y una accidentada y estriada capa de blasfemias.


La realidad es sólo el fuel para impulsar su cohete; la hipocresía, el oxígeno que les alimenta trasfigurando, así, las cuatro comidas básicas en un mero hábito prescindible de la dieta fundamental de su cuerpo que, a partir del momento en el que el vínculo realidad-ficción de tus palabras se confunde, pasa a estar fundada por grandes cantidades de entelequias sin fundamento con un agudo contenido en ficción.


¡Los que tengan ojos para leer que lean porque están entre nosotros y hay que estar alerta! Aunque, como inciso he de decir que, de los que hablo –y en los que he inspirado mi escrito- no pueden ser sólo desconocidos o amigos cercanos sino que asimismo pueden ser conformados por parte de tus consanguíneos y en estos, amigos míos, es en los que me he concentrado y redacto mi escrito.


Dice el dicho “los amigos van y vienen, la familia está ahí toda la vida” pero lo que no contemplaba este dicho es que en muchas ocasiones tus camaradas demuestran ser tus afines y la otra parte, un mar de ajenos con una fisionomía semejante a la de tu piel, a la de tu tez.
No podría pensar en una mejor introducción para lo que hace ya algo más de un año publiqué sin saber entonces que iba a tener continuación en alguna que otra especie con la que solemos toparnos por el salvaje pero supuestamente domesticado mundo de los seres humanos algunos en forma de historia otros con cierto carácter de "mito documental".

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Qué será, será

Proseguimos con las servilletas numeradas, con la ausencia de tiempo para, aunque sea un poquito, poder mimar este cafetín con tantas reflexiones espontáneas en stock que la fila de servilletas desordenadas en esta habitación se van haciendo incontrolables.

Entre tú y yo, este verano ha sido como la vuelta rápida de una montaña rusa pero -y a diferencia de las demás- una vuelta rápida ascendente y pasionalmente desafiante a la gravedad.

Cuando empecé en hostelería este verano y entre todas las cosas con las que esperaba encontrarme -ausencia de tiempo para esos pequeños placeres que hasta ahora dedicaba el tiempo que ahora me falta, explotación masiva, avalanchas de gente sedienta en pleno sol de verano, cumplidos sexistas de miradas lascivas, la picaresca de los "simpas" o intentos de confusión para "ver si cuela", el trabajo a tiempo parcial de psicologa no titulada a fin de levantar la moral de los clientes que se perdían entre copas o cafés... y así podría proseguir hasta enfocar aquello a lo que me atenía porque así las buenas sorprenderían- y entre todas las cosas buenas que esperaba me traería, nadie me había dicho de lo que podría llegar a ser una versión moderna de El Padrino -omitiendo el tráfico con alcohol, el amaño apuestas, los tiroteos entre familias o esas traiciones hasta el punto de asesinar a tu hermano mayor por la "bergoña" de la deslealtad y sus sobornos correspondientes con prostitutas, alcohol o dinero.

Esta versión es mucho más simple y consiste básicamente en detalles, regalitos que abarcan entre pulseras, collares, pendientes a sushi sin proposiciones indecentes ni nada que se le parezca, por ahora. Simplemente ir por la calle y que la gente te salude sin tener que besar un anillo de autoridad en la mano, una relación entre iguales.

También podría decir los tópicos de juegos de miradas indiscretas pero me temo que aunque mirar está permitido, no lo está tocar. El verano trae consigo aventurillas en las cuales al final terminan viniendo los meses y van creando futuros indefinidos precisamente por el sentimiento de un tiempo definido en tierras españolas por un "hasta luego" por formación, cosa aún por definir que, probablemente, después de diciembre irá dotándose de más realidad.

Además, me ha dado pie a proseguir con una especie de escritos que empecé hace más o menos un año con Las arpías con lengua ponzoñosa pero que ahora proseguiré con otras especies mentales en Fauna humanal, que pondré por aquí para empezar con esta serie que por falta de tiempo será un poco irregular.