martes, 18 de septiembre de 2012

Fauna humana: Arpías con lengua ponzoñosa

Saturno devorando a su hijo
Goya
¡Pasen y vean! Las mentiras, la comidilla de las arpías con lengua ponzoñosa…


Cuenta la leyenda que desde la época de los antiguos, se concentraba un singular pero generalizado estilo de especie que arremetía contra su propia estirpe.


Otra teoría, trata sobre la existencia de una enfermedad que lo causa, una que va arremetiendo contra su persona desde su adolescencia -en los peores casos desde la infancia- y conforme pasan los años, va atacando su sistema inventivo trastornando no sólo sus pensamientos sino otros aparatos como el digestivo-vocal, que empieza por uno o dos vómitos fortuitos de palabras trocándolo, finalmente, en un caso grave de bulimia falsaria con trastornos de la realidad.

En un principio, sólo es esporádico y producto de un ímpetu por llamar la atención, hacerse los sacrificados o un recurso inhumano para evadirse del estrés… pero año tras año ese virus innato en su organismo, inherente en su comportamiento, va acrecentando su campo de acción y más si la vida de este género se va forjando en un cúmulo de frustraciones difíciles de sobrellevar.


Cuando todo esto acaece, la tentación de escapar de la propia miseria, a costa de los más cercanos a ti, va mudando en la manzana de la tentación o en el caramelo cautivador que tienen a punto de llevarse a la boca conformado con un dulce sabor de inexcusable soberbia y execración, y una accidentada y estriada capa de blasfemias.


La realidad es sólo el fuel para impulsar su cohete; la hipocresía, el oxígeno que les alimenta trasfigurando, así, las cuatro comidas básicas en un mero hábito prescindible de la dieta fundamental de su cuerpo que, a partir del momento en el que el vínculo realidad-ficción de tus palabras se confunde, pasa a estar fundada por grandes cantidades de entelequias sin fundamento con un agudo contenido en ficción.


¡Los que tengan ojos para leer que lean porque están entre nosotros y hay que estar alerta! Aunque, como inciso he de decir que, de los que hablo –y en los que he inspirado mi escrito- no pueden ser sólo desconocidos o amigos cercanos sino que asimismo pueden ser conformados por parte de tus consanguíneos y en estos, amigos míos, es en los que me he concentrado y redacto mi escrito.


Dice el dicho “los amigos van y vienen, la familia está ahí toda la vida” pero lo que no contemplaba este dicho es que en muchas ocasiones tus camaradas demuestran ser tus afines y la otra parte, un mar de ajenos con una fisionomía semejante a la de tu piel, a la de tu tez.
No podría pensar en una mejor introducción para lo que hace ya algo más de un año publiqué sin saber entonces que iba a tener continuación en alguna que otra especie con la que solemos toparnos por el salvaje pero supuestamente domesticado mundo de los seres humanos algunos en forma de historia otros con cierto carácter de "mito documental".

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